martes, 25 de noviembre de 2014

¿Quién la Culparía?

Echaba en falta cierta ternura en todo lo que la rodeaba, vivía con una sensación permanente  de inquietantes escalofríos que estremecían los límites de su cordura allá donde fuera y la acompañaban a todas horas. Desde la mañana temprano paseaba con un  paso seguro a primera vista  en lo alto de unos vertiginosos  tacones de aguja negra y siempre acompañada de  las miradas lascivas de todos los hombres con los que se cruzaba y que tanto detestaba cuando  sentía como  recorrían  todo su cuerpo sin dejar nada  a salvo  mientras ninguno se fijaba  en  los preciosos zapatos que tanto  le gustaba llevar y que la hacían sentirse algunas veces la  princesa que toda mujer aunque sea  en un  rinconcito escondido  de su alma  desea ser, sin embargo casi siempre  la hacían sentir  como la zorra que a muchos tíos le gustaría imaginar  que fuese y eso la entristecía profundamente. Todos los días repetía el mismo trayecto por la ciudad que tanto amaba y que aun así deseaba dejar atrás sin querer recordar, no era por la rutina,  era un pequeño vacío que no lograba llenar, una puerta de nevera que no lograba cerrar  y que la impedía ser la luz que enseña el camino para que no  tropieces cuando te levantas de madrugada.
Echaba en falta cierta ternura en las palabras que le gustaba oír, en los gestos que la hacían sentir cómoda y sobre todo en los abrazos que la recibían  al llegar a casa, era su última esperanza de un poco de ternura antes de acabara el día, se encontraba con unos brazos fuertes con los que muchas cabezas vacías  se conformarían  sin dudarlo pero ella  no sentía ternura en esos brazos cuando la abrazaba , sentía que la protegía,  incluso puede que la quisiera aunque fuera de manera egoísta,  pero en realidad no la amaba  porque el no tenia ni  dos dedos de frente para reconocer a este ángel en busca de su ternura y acabó dándose cuenta aunque fuera ya demasiado tarde para ella. Nunca es tarde.
Solo un poco de simple ternura, de un roce de mejillas, de una mano sobre el hombro que se queda hasta  cuando lo necesites, solo buscaba una pizca de ternura para ser feliz.¿Quién la culparía?


"Tantos enamorados que no están juntos y tantas personas juntas que no están enamoradas…"


Deseaba solo una cierta dosis de lealtad, un respeto muy poco valorado  en las calles de ciudades sin alma que no dejan tiempo para quererse. Ella no le pedía  mucho, no le pedía una joya en su muñeca, ni pétalos de rosas que dibujen el camino desde la habitación hasta la  almohada, ni siquiera un beso de buenos días acompañada de una taza de café , solo imaginaba ese respeto que debería  nacer de forma natural cuando compartes vida y besos.

Sin decir una sola palabra le pedía una lealtad que se nos presupone a todos de serie pero que pocas veces escogemos. Le pedía lealtad sin palabras para que  no se follara  a alguna de las  camareras que con faldas minúsculas y escotes sin imaginación que simplemente le sonreían las gracias siempre escondiendo algún interés debajo de sus bragas,  mientras ella hablaba y defendía  orgullosa al pasajero de su corazón creyendo que nunca se bajaría y menos que lo haría en marcha.
Ella en cambio podía tener a cualquier hombre literalmente a sus pies y estaba con él,  no se sabe muy bien porqué,  manteniéndole las sabanas calientes y la puta cerveza fría, a cambio porque no estamos hablando de amor le "prestaba" atención, miradas y  sexo, eso sí  después de una ducha y unas cuantas bebidas isotónicas.



La lealtad nos garantiza frente a comportamientos inesperados, frente a traiciones, a desprecios y a conspiraciones. La lealtad nos da seguridad, nos da tranquilidad y con el tiempo nos exige un comportamiento recíproco. Respeto y lealtad, estas virtudes en todo caso son condición y expresión de gente buena y de una vida libre. ¿Quién la culparía por desearla?


"Tus palabras dicen lo que pretendes ser, tus acciones dicen lo que realmente eres"



No había nada en este mundo que la emocionara tanto como la inocencia, buscaba un pequeño atisbo  de ella en cada rostro, en cada mirada,  en cada gesto y cuando la encontraba hacia que se estremeciera en un mar de sonrisas retrocediendo a su infancia cuando ella aún la conservaba. Esa inocencia  le daba la vida, le recordaba la esencia del ser humano sin ser corrompido ni dañado. La inocencia esta empezando a ser  una palabra ausente en nuestras vidas y  la mataba lentamente que la quisieran despertar a bofetadas  al darse cuenta que tenia que ser consciente del mundo"real". La inocencia la deja libre
para disfrutar como pocas personas pueden hacerlo sin pensar en un futuro que ni siquiera existe ni se puede planear. Necesitaba para vivir la pureza de una mirada, la ingenuidad de un niño y poder observar la total consciencia que posee  un animal ¿Quién la culparía?


    "Nacimos como inocencia y amor , después aprendimos a desconfiar y temer, parece que va siendo hora de desaprender para volver al inicio"

                        

(Fuente fotos Olga Estepa; Citas Anónimas)











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